Acabó el trimestre y casi el año. Los maestros solemos medir el tiempo en trimestres y cursos escolares. Cuando queremos saber la edad de un niño preguntamos " ¿a qué curso vas?", jeje, gajes del oficio.
El trimestre desde mi punto de vista acabó genial en todos los aspectos, fueron muchas las novedades, aprendizajes y responsabilidades para mí pero gracias a todos mis compañeros y compañeras lo hemos superado con éxito; gracias y gracias.
Y el año...solo pido una cosa, que el que viene sea igual. La canción nombra salud, dinero y amor pero yo añado trabajo. Incluso quitaría el dinero y lo sustituiría por el trabajo, mi padre siempre me ha dicho que la verdadera lotería no es que te toque, sino tener trabajo. Cuando aprobamos la oposición mi hermana y yo nos dijo " os ha tocado la lotería " y como todo lo que dicen los padres es verdad de la buena.
Al tener más tiempo en vacaciones hago mis reflexiones personales, cosas de la edad quizás, sobre cómo ha ido todo y qué o en qué debo mejorar. Cuando a una persona le apasiona su trabajo siente ambición por querer más conocimiento o saber, para realizarlo cada vez mejor. Estoy en una etapa de la vida en la que volcarme por mi trabajo lo considero necesario, vuelvo a dar mucha importancia a él, me apetece más que nunca superarme a mí misma, hacer cosas nuevas, conocer otros horizontes, sigo sintiendo esa necesidad de salir continuamente de mi "zona de confort". Mis hijos ya me permiten dedicar más tiempo a ello, ya están criaos como decimos por aquí. Aunque lo primero es mi familia y ellos, sin duda.
Esta profesión es como la de los médicos, porque tratamos con personas, debemos de saber estar a la altura de ellas y renovarnos continuamente. Un médico no puede quedar relajado en su trabajo y un maestro tampoco aunque sea fijo de por vida, sería un aburrimiento para él y sus alumnos.
Acabaron los exámenes, los deberes,...cuanta polémica que hay hoy día sobre esto. Deberes sí o no, exámenes sí o no...Creo que los extremos no son buenos en ninguna parcela de la vida y debemos actuar con el intelecto y la lógica. Cuando una es madre creo que va con ventaja en esta profesión, es toda una ayuda. En clase los trato como a mis hijos y en casa como a mis alumnos, me sale espontáneo, será porque son edades similares.
Mis alumnos hace unos días me decían qué deberes iba a mandar para vacaciones y yo les dije que jugar mucho, descansar, estar con la familia y ...no me dejaron acabar porque a coro acabaron la frase ellos y "LEER". "Yupiiiiii!" No hay nada como leer lo que a uno le guste y le dé la gana.
Tampoco voy a ir de "guay" y como todo en la vida tuve que aprender del error. Yo también era de las que mandaba deberes para vacaciones y a diario había días que me pasaba, pensaba que así aprenderían más y por aquello de no perder el hábito. Pero la experiencia me quitó la razón y al verlo en mi casa con mis hijos me abrió los ojos, es absurdo tener a un niño hasta las tantas con tareas escolares.
En vacaciones cero, como dije antes, y a diario lo que queda; esto lo dejo muy claro en las reuniones de padres y madres. Es en clase donde los quiero ver trabajar individualmente o en equipo y donde estoy yo para que me pregunten y ver in situ dónde fallan ellos o dónde fallo yo y debo reforzar y mejorar, porque yo aprendo a la vez de ellos y con ellos.
No quería entrar en el debate y es solo una opinión.
No me gusta nada cuando un niño llora por una nota, incluso sin ser un suspenso, porque en su casa le van a castigar. Siempre les digo lo mismo " dile a tus papis que vengan a hablar conmigo" o "pero si solo es un número". Intento hacerles ver que en la vida lo realmente importante es ser buena persona, por ejemplo.
La importancia del factor humano, más cooperación entre ellos y menos competitividad; aunque por supuesto sin olvidar el esfuerzo para ser mejor que antes, no que otros.
Hay padres que tienen hijos maravillosos como personas y como estudiantes flojicos pero lo dan todo. Sería un crimen que esos padres o yo como maestra machacáramos al niño/a por sus calificaciones.
Jamás regañaría a mis hijos por sacar una nota baja, hasta ahora nunca ha ocurrido y si ocurriese me daría igual porque en casa y en clase sé que estudian y trabajan. Siempre les digo que me importa mucho más que la nota que sean buenas personas, que respeten a compañeros y mayores, ...Todos los días les pregunto al salir de clase, " ¿qué tal hoy?" Me daría mucha vergüenza que un maestro me llamara la atención por un mal comportamiento de un hijo mío, pero no por una mala nota.
Damos demasiada importancia a los números olvidando otros aspectos más importantes como son los valores. No debemos olvidar que esos niños que tenemos enfrente a diario y en nuestras manos serán adultos mañana.
O si no la pregunta típica de algunos adultos, y peor si son desconocidos, a los niños "¿qué tal las notas?" , por decir algo. Pues por decirles algo diles lo guapos que están hoy, digo yo. Mi hijo mayor odia esta pregunta y sus notas se podrían enmarcar, pero le da vergüenza porque piensa que es presumir.
Recuerdo de pequeños en las reuniones de adultos salían estos temas y muchos de ellos presumían y alardeaban de sus hijos, incluso engrosaban notas. Mis padres jamás decían nada de nosotros teniendo mucho que decir, la humildad de ellos no les permitía hacerlo y el tiempo ratifica los hechos.
El mundo ha cambiado, la sociedad y los niños de ahora nada tienen que ver con los de hace unas décadas y muchos maestros tampoco. Ahora te puedes volver loco leyendo y escuchando las nuevas metodologías y demás que están surgiendo en las aulas : trabajo por proyectos, clases sin libros, dar importancia a las emociones e inteligencias múltiples... Ninguno es la panacea, pero ahí están y será por algo. Y no hablo de Finlandia, aquí cerquita hay profes que están revolucionando sus aulas.
Ese concepto de maestro serio y autoritario parece que ya escasea y que no va con estos tiempos. Estoy de acuerdo en este cambio siempre que prime el orden y respeto hacia él, tampoco podemos ir de colegas; igual que los padres hacia sus hijos no pueden ir de amigos. Los maestros son los maestros y los padres los padres.
Importantísimos los valores como la tolerancia, el respeto...para que sean ciudadanos responsables y comprometidos. Incluso planteándoles actividades o proyectos para intentar cambiar el mundo.
La felicidad, para también así poder hacer felices a los demás. Hacerles ver que la felicidad llega desde el esfuerzo, saber resistir a la frustración y ver esta última como necesaria para aprender a buscar soluciones.
La convivencia, un centro educativo es un lugar donde debe primar la convivencia y tolerancia. Debemos enseñarles a resolver los conflictos que van a surgir día sí día no de la manera más moderada posible pues de ellos siempre van a sacar un aprendizaje.
Estimularles la creatividad y curiosidad, sin ellas no puede haber aprendizaje y así descubrir y desarrollar sus aptitudes. Todo niño por el hecho de ser niño tiene unos intereses y unas preferencias, una vez descubiertas ya los podemos enganchar al aprendizaje a través de ellas.
Ayudarles a fomentar el pensamiento crítico para tener la decisión de actuar si algo no está bien, y así evitar que se los lleven por malos caminos.
No olvidar las tecnologías, que nos gusten más o menos están ahí presentes y debemos inculcarles también el buen uso, porque utilizadas de manera adecuada son muy útiles.
Educar al lado de la familia, para ayudar a sacar lo mejor de nuestros alumnos. Padres, madres y educadores debemos trabajar en equipo; siempre ir de la mano.
Y por último, creo que antes de enseñar debemos saber escuchar y trabajar a diario la empatía y sensibilidad. Nunca debemos olvidar que también fuimos niños y de esta manera entenderemos mejor a nuestros pupilos.
Todas las personas grandes han sido niños antes, pero pocas lo recuerdan.
El principito.
¡FELIZ 2016!
