Todos conocemos a este personaje, son varios los cuentos incluso películas que han realizado sobre él, pero la verdadera historia es bien diferente.
Si por el día "una"no para , por la noche entre biberones o despertares nocturnos últimamente me transformo en ratoncita. Mientras al peque no paran de salirle dientes los dos mayores los pierden y claro.., como bien manda la tradición debemos de mantener y alimentar esa fantasía que todo niño de estas edades tiene. A mí me encanta esta labor y disfruto con ello, cuando ya han entrado en ese sueño profundo con sumo cuidado levanto la almohada para sacar la cajita con el diente y los mensajitos y dibujos que le realizan. Cuando les dejo el regalito, me pongo hasta nerviosa por si despiertan y me pillan, pues acabaría con toda la magia.
Lo mejor viene a la mañana siguiente cuando oyes el grito de "¡ mamà que ha venido el ratoncito!" y las conversaciones que mantienen los dos hermanos con frases como" yo creo que lo oí", "sí sí y yo también, pero me hice el dormido". Bendita inocencia! y mucho que les dure.
Todo ello sumado a las preguntas que me formulan , y cada vez más, como "¿y qué hace con los dientes?" ha hecho interesarme sobre la historia del Ratoncito Pérez que una servidora desconocía y que ya les he contado a los míos a modo de cuento ,sin desvelar el secreto. Os la muestro a continuación.
Os cuento:
Se solía creer que el Ratón Pérez era de autor anónimo y de tiempo inmemorial. Pero este personaje se creó a finales del siglo XIX por el jesuita Luís Coloma para consolar al joven rey español Alfonso XIII, abuelo de nuestro actual rey, tras perder un diente con ocho años de edad. Coloma ideó a un pequeño roedor que vivía con su familia dentro de una lata de galletas en la entonces famosa confitería Prats, a poco más de cien metros del Palacio Real de Madrid.
El ratoncito Pérez, que su creador describió como "un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro y una cartera roja colocada en la espalda", se deslizaba a través de las cañerías para llegar con algún regalo al palacio y a las casas de los niños pobres que habían perdido un diente de leche.
EL CUENTO
«Entre la muerte del Rey que rabió y el advenimiento al trono de la Reina Mari-Castaña existe un largo y oscuro periodo en las crónicas, de que quedan pocas memorias. Consta, sin embargo, que floreció en aquella época un rey Buby I, grande amigo de los niños pobres y protector decidido de los ratones...»
(La reina M.ª Cristina llamaba a su hijo Bubi en la intimidad. Coloma llama Buby al rey protagonista de su cuento.)
«A poco abría Buby mucho los ojitos, luchando contra el sueño, que se los cerraba: cerróselos al fin del todo, y el cuerpecillo resbaló buscando el calor de las mantas, y la cabecita quedó sobre la almohada, escondida tras un brazo, como esconden los pajaritos la suya debajo del ala».
«De pronto, sintió una cosa suave que le rozaba la frente. Incorporóse de un brinco, sobresaltado, y vió delante de sí, de pie sobre la almohada, un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja, terciada a la espalda».
Tras las respectivas presentaciones y varios intentos de cogerle el rabo, Buby consiguió convencer y acompañar a Ratón Pérez en su peligrosa misión nocturna, pasando por la acogedora casita de Ratón Pérez, donde residía con su mujer y sus hijos, hasta la buhardilla donde vivía muy pobremente Gilito, un niño que como él también esperaba su visita. Para ello Buby fue transformado en ratón:
«Ratón Pérez saltó de repente sobre su hombro, y le metió por la nariz la punta del rabo: estornudó estrepitosamente el Reyecito, y por un prodigio maravilloso, que nadie hasta el día de hoy ha podido explicarse, quedó convertido, por el mismo esfuerzo del estornudo, en el ratón más lindo y primoroso que imaginaciones de hadas pudieran soñar:
Era todo él brillante como el oro, y suave como la seda, y tenía los ojitos verdes y relucientes como dos esmeraldas cabochón».
Salieron por un agujero que había debajo de la cama:
«Era su carrera desatinada, obscuro el camino, húmedo y hasta pegajoso, y cruzábanse á cada paso con bandadas de diminutas alimañas, que a tientas les pinchaban y mordían».
«A poco entraron en una suave explanada, que venía a desembocar en un sótano ancho y muy bien embaldosado, donde se respiraba una atmósfera tibia, perfumada de queso. Dobláronse una enorme pila de éstos, y encontráronse frente a frente de una gran caja de galletas Huntley.
Allí era donde vivía la familia de Ratón Pérez, bajo el pabellón de Carlos Prast...».
...En su extraordinario viaje, Buby descubrió que había niños muy diferentes, que pasaban hambre y frío pero que también eran sus hermanos porque todos eran hijos de Dios>>.
El 5 de enero de 2003 el Ayuntamiento de Madrid rindió un homenaje a este personaje de leyenda instalando una placa conmemorativa en el mismo lugar donde el padre Coloma situó la vivienda del roedor con el siguiente texto: "Aquí vivía, en una caja de galletas, Ratón Pérez, según el cuento que el padre Coloma escribió para el niño Rey Alfonso XIII." Convirtiéndose así en el primer personaje ficticio al que homenajean con una placa.
V

Además, en el interior del pasaje comercial de esa misma finca situada en el número 8 de la calle Arenal se encuentra una pequeña estatua del personaje.
Los niños le dirigen cartas a este domicilio e incluso llegan a enviarle sus dientes por correo.
También existe la casa museo, en esta misma ciudad.
Curiosamente el cuento es prácticamente desconocido en España donde no se publica desde 1947, aunque se reedita cada año en países tan lejanos como Japón.
Espero que os haya gustado y que por unos minutos os haya trasladado a ese mundo de fantasías que todo niño tiene.