Ya hace casi un mes que vino al mundo mi peque, nuestro tercer hijo. Otra fecha especial que nunca olvidaré y ésta por partida doble, ya que nació el mismo día que mi madre. !Qué casualidad!, doble fiesta.
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Los que leísteis mi artículo titulado "Nuestra maternidad" pudisteis comprobar que estábamos barajando la posibilidad de si tener o no un tercero. Pues al final,a las pruebas me remito, nos decidimos por el SÍ y aquí lo tenemos ya entre nosotros. Repito que fuimos a por un tercero , no a por la niña. Queríamos tres, tanto mi marido como yo somos tres hermanos, nos parece el número ideal de hijos y como mencioné en el artículo arriba citado mis dos hijos mayores nos han salido tan buenos y tranquilos que todavía nos animó más a tomar esta decisión. Y hasta el día de hoy no nos hemos equivocado, pues lo llevamos de maravilla, todos. Los dos mayores "van solos" , ya son dos hombrecicos y el tener ahora un pequeñín en casa les ha hecho ser más autónomos de lo que ya eran. Incluso me echan una mano con el bebé.
Esta tercera aventura comenzó a finales de año, cuando determinadas señales de mi cuerpo me comenzaron a avisar que estaba embarazada. Acudí a mi ginecólogo y le transmití mis sospechas, él me dijo que si no me había hecho ningún tipo de test, ni analítica para confirmarlo. Yo le respondí que para qué, ya era algo entendida en el tema y sabía que lo estaba. Evidentemente al hacerme la eco se vio el puntito y se escuchó ya el latido. El médico sonrió y me dijo que era muy lista.
Fran y yo nos alegramos mucho, al mismo tiempo sentíamos cierto temor por el número tres y demás. Decidimos no decir nada hasta pasados los tres primeros meses, aunque estábamos deseosos de decirlo sobretodo a los niños. Sólo lo sabíamos nosotros dos y nuestras familias.
Tenemos grabado en vídeo el momento en que lo contamos a los niños y fue muy bonito, sobretodo sus caras de asombro y sus miradas fijas en mi barriga. Me decían: "pero, ¿dónde está?, tu barriga es pequeña". "mami tiene que ser niño, por favor".
Al día siguiente tenía planeado decirlo a los compañeros del trabajo, pero alguien se me adelantó y lo anunció antes de que sonara la sirena de entrada a las clases. Ese alguien fue Iker, mi hijo mayor, estaba entusiasmado y necesitaba compartir su alegría con sus compañeros y su profe. Lo más curioso de todo es que a nadie le pilló por sorpresa, pues los que me conocen bien intuían que iría a por un tercero.
En las sucesivas visitas al Gine, cada mes, nos acompañaron los niños más de una vez, incluso si Fran trabajaba me los llevaba conmigo y alucinaban de ver a Unái en la pantalla. Sus comentarios eran buenísimos: "!mira la mano!. !una piernecita!, !nos está mirando!" El médico se partía de la risa. La imaginación que ellos le ponían me hacía ver más claro al pequeño ser que llevaba dentro, porque todas sabemos que hay veces que por mucho que el Ginec te vaya diciendo tú no ves nada de nada.
Mi día a día con dos peques y uno dentro me fue bastante bien, mejor de lo que esperaba. Pues no te da tiempo a pensar en si te duele aquí, allá o en si estás cansada. Además algo que me ayudó a estar activa durante todo el embarazo fue el no dejarme el deporte, evidentemente lo fui adecuando a mi nivel de posibilidades, pero no lo abandoné hasta el día antes de irme a la clínica. Con lo cual ni se me hincharon piernas, ni cara..., ha sido el embarazo en el que menos he engordado y del que antes me estoy recuperando, a pesar de ser el tercero, me sentía muy activa y bastante bien. Lo peor de todo fue el peso de la barriga en las últimas semanas, pero con una buena fajita yo seguía mi actividad y rutina.
Recuerdo los comentarios que me hacían las señoras que me tropezaba cuando salía a ejercitarme: " !ese niño va a salir corriendo!". "!hija si ya tienes que estar a puntico!", "¿no vas demasiado rápido?".
En fin, que cuando una está embarazada todo el mundo se preocupa por ella.
Las últimas semanas ya notaba las contracciones más fuertes y seguidas cuando hacía el ejercicio, pero disminuyendo el ritmo se pasaban, recomendación de mi médico.
Mi vida social tampoco la aparté, hicimos dos viajecillos, uno familiar y otro con los amigos cuando apenas me faltaba un mes.Y todo lo que se presentaba me apuntaba la primera, ¿por qué no? Tu cuerpo es el que mejor te dice cómo estás , y a mí me decía que estaba muy bien.
Mis embarazos han sido muy buenos desde el primer día, lo único que no podía dominar ,ni controlar, ni hacerle frente era al calor; podía conmigo.
Los últimos días ya nos instalamos en casa para tener todo bien organizado y a punto. !!Cómo no, me dio por limpiar!!, pero limpiar cristalerias , muebles y de todo. Lo quería tener todo impecable.
Mis dos hijos ya estaban de los nervios, preguntando a cada momento cuántos días y horas faltaban para que naciera Unái. Disfrutaban mucho ayudando a su papi a montar la cunita, o a mí a ordenar las ropitas y cositas del bebé. Les daba la risa cuando veían esas ropitas tan pequeñitas y con lacitos.
Llegó el gran día, como era una cesárea programada íbamos algo "tranquilos". Recogimos todo y dejamos a los dos niños con la madrina, ahí fue donde a mí me entró el "telele", al ver que dejaba a mis dos amores y me iba a por otro nuevo que no conocía, con la incertidumbre de si saldría todo bien...era una situación rara. Mi hermana y yo nos abrazamos y entre lágrimas y risas nos despedimos diciendonos lo flojicas que somos en cuestión de sentimientos. Fran también nervioso pero guardando el tipo para no preocuparme más.
Cuando llegamos a la clínica nos dieron la habitación y me prepararon para el gran momento. Por instantes pensaba "quién me ha mandado meterme en este lío, con lo bien que yo estaba", son pensamientos debidos a los nervios y al temor porque saliera todo bien. Todas hemos escuchado, leído o conocido casos que en esos momentos nos vienen a la mente. Ya dije anteriormente que mis embarazos son muy buenos físicamente, pero en el ámbito mental me como mucho el coco, a pesar de que las analíticas y demás pruebas vayan saliendo bien yo no puedo evitar el pensar cosas, no entraré en detalles porque salió todo genial. Por eso cuando empiezan con la historia de si niño o niña yo sólo pido que salga bien, sano como sus hermanos. Nunca me he planteado si quería tener un niño, o dos niñas,...lo único claro es que quería tres y lo demás me ha ido viniendo solo y tengo que dar diariamente gracias a Dios. Todo hermanos es maravilloso, todo hermanas genial, y la mezcla entre hermanos y hermanas es algo enriquecedor, yo lo he vivido. Tanto niño como niña tienen sus encantos y de mayores ya se verá, todo depende de la educación que reciban.
Mis hijos y familia llegaron a la clínica antes de que me bajaran, con lo cual me volví a despedir de cada uno de ellos. Ánder me miraba extrañado preguntándose qué me iban a hacer e Íker con cierto tono de preocupación me despidió con un "adiós mami", mantuve la compostura para no preocuparles, pero por dentro estaba que estallaba.
Una vez en el quirófano todo estaba listo, el primero que me recibió fue mi ginecólogo y después se me presentó el resto del personal, muchos de ellos ya conocidos de los anteriores embarazos, cuál de ellos más agradable. Mis nervios se calmaron al ver que entre ellos era como estar en la cafetería, hablaban de sus cosas e incluso mientras me intervenían me preguntaban sobre mis hijos, mi trabajo... para distraer mi mente, el anestesista que era vasco bromeaba sobre su nombre y los de mis hijos. De momento interrumpieron el platiqueo para anunciarme que Unái estaba a puntito de nacer. Se oyó un llanto y sin cortarle el cordón me lo mostraron. Por tercera vez experimenté ese cúmulo de sensaciones únicas y maravillosas. Cuando lo limpiaron, pesaron y demás me lo dieron enrolladito en una mantita y mientras a mí me acababan de "emparejar" estuvo todo el tiempo a mi lado. Después lo llevaron con su papi y demás familia y enseguida llegué yo y me lo puse al pecho para seguir ese vínculo materno-filial.
Sus hermanos le observaban con cierto asombro, no sabían qué decir. Era algo nuevo para los dos, pues Íker cuando nació Ánder era muy pequeño y no lo recuerda.
Gracias a Dios salió todo genial, estamos los dos bien, y ya tengo otro bebé en casa. Lo estoy disfrutando a tope porque he comprobado por partida doble que esta preciosa etapa pasa rapidísimo y me apetece mucho disfrutarla.
Y aquí acaba una etapa para comenzar otra nueva sobre la que pronto escribiré.